
Por Julio Gonzalez Padron
Refraneros de la mar VI
Los marinos desde Plinio el Viejo, pasando Cook, Cristóbal Colon, Magallanes, Nelson hasta nuestro entrañable protagonista de hoy Andrés el “sardinilla” han arrastrado una fama de románticos juerguistas, pero sobre todo de machotes mujeriegos irremediable. Lo de que en cada puerto “un amor” es el tatuaje que parece llevar grabado en la propia frente el marino mercante desde los tiempos más l remotos. Y no digo yo, que haberlos no haya, pero puedes creerme amigo lector si te confieso por propia experiencia que del dicho al hecho hay un gran trecho. Que en ésta hermosa profesión como en cualquier otra hay de casi todo como en “botica”
Pero mira por donde nuestro Andrés el “Sardinilla” si que pertenecía a ese tipo de marinero afortunado, que no solo le tiraba una falda más que una “morena enrocá”, sino que además tenía mucho éxito con las féminas a las que “embobaba” contándoles sus pasadas aventuras cuando navegaba por los viejos caladeros de la Patagonia argentina de los mares del Sur.
El sobrenombre de “el sardinilla” le vino porque un buen día decidió cambiar la navegación de altura por la de bajura y dedicarse con su pequeña barquilla de dos proas a la pesca de litoral; pero como lo de él en realidad era la marina mercante, aquello de pescar no se le daba, lo que se dice demasiado bien, hasta tal extremo que solo capturaba pequeñas “sardinillas”.
Un buen día nuestro “Sardinilla” entró mas emocionado que de costumbre al bar que Pepe “el erizo” poseía en las playa y con aquella cara del que parecía haberle tocado el gordo de la lotería, se dirigió al propietario y le dijo: Pepe, no te vas a creer lo que me pasó esta misma mañana.- Estaba yo en la orilla de la playa preparando mi barca para salir a pescar como de costumbre, cuando de repente noté que se me acercaba una mujer morena,¡ preciosa Pepe! y, para que decirte más, ¡estaba como un tren!. La miré, ella me miró y me dijo: marinero, ¿me darías un paseo en tu barca? Pepe, (continuó) tardo mas en preguntármelo que yo en aceptar y subirla a la mi barca. Me la llevé bien afuera y cuando estábamos bastante lejos de la costa, paré el motor y con toda esta cara bonita que Dios me ha dado, le dije: ¡morena! , tienes dos opciones, o hacemos el amor aquí y ahora mismo o te vuelves nadando. Y Pepe, ¿te creerás que no sabía nadar?
Al día siguiente y cuando a nuestro marinero todavía le duraba la alegría de la exitosa conquista del día anterior, se acercó de nuevo a la cantina de su amigo “el erizo” para contarle: ¡Pepe! estoy en racha. Esta mañana temprano y mientras limpiaba unas sardinas en la orilla de la playa, se me acercó una mujer rubia “de bandera” y sin mediar otra palabra me dijo: ¡marinero! ¿Me darías una vueltecilla en tu barca? Por supuesto, le contesté y, más a una mujer tan guapa como tú. La subí a la barca e inmediatamente puse rumbo hacia el Este. Cuando ya calculé que estaría lo suficiente lejos, paré el motor y le dije: mira rubia, aquí hay dos opciones, o hacemos el amor ahora o te vuelves a la playa a nado. ¡Y….Pepe! qué suerte la mía, tampoco sabía nadar ¡Pepe!
Pasaron unos días y a Andrés el “sardinilla” no se le vio mas por el bar, así que su amigo cantinero preocupado por si le hubiese pasado algo salió en su busca y lo encontró no muy lejos de allí, sobre una roca mirando el mar pensativo y triste, mientras el salpiqueo de las olas mojaba su pálida y ensalitrada cara. ¿Qué te ocurre amigo Sardinilla, que llevas varios días sin dar señas de vida? Pregúntole Pepe el “erizo”. El Sardinilla giró su cara y con una expresión triste y mirada perdida le confesó los siguiente.: el domingo pasado amigo Pepe, me encontraba preparando mi barca como de costumbre cuando se me acercó una preciosa “mulata” brasileira de las que quitan el hipo. Lo tenía todo, buena “proa”, estupenda “popa”, buen costado y una boca que parecía pedirte a gritos: ¡bésame! En fin, un cuerpo tan bien esculpido que ni el propio “Miguel Ángel” allá por el renacimiento italiano, hubiera logrado tanta perfección. Me miró y me dijo: marinero, he oído decir que acostumbras a pasear chicas en tu barca. ¿Lo harías conmigo? ¡Pepe! se me abrió el cielo. Por supuesto guapa “mulatona”; le dije; vamos que te voy a llevar bien, pero que bien lejos para que disfrutes de este romántico paseo por mar. Cuando ya estaba lo suficiente lejos, que yo calculé que serian cinco o seis millas de tierra, paré el motor y le dije: Mulata, aquí hay solo dos opciones a elegir, o hacemos el amor ahora mismo, o te vuelves a tierra a nado. Pepe, (continuo contando), semejante monumento ni se inmutó. Me miró fijamente y sin desviar la mirada de mi, muy despacio comenzó quitándose la parte superior del biquini dejando al aire aquellas dos preciosas e impresionantes “caracolas” color ébano, luego se fue aflojando poquito a poco la cintita que sujetaba el “tanga” y………. ¡Pepe!, cuál sería mi sorpresa que, resultó que era “un travesti” con un miembro viril de no menos de 20 cmt. de longitud, con sus correspondientes “colgantes” en su sitio y acompañándolo en proporción. ¡Dios mío!- Exclamo horrorizado Pepe el “erizo”. ¿Y tú qué hiciste?, pregunto inquieto. A lo que nuestro pobre Andrés el “Sardinilla”, marinero pescador y mujeriego de pro, con fama de machote como el que más y curtido en la mar salada y de fama universal, no pudiendo reprimir las lagrimas que ya manaban de sus azules ojos y después de un segundo de amargo silencio, con la cabeza gacha exclamó.- ¡Pepe amigo mío……… y yo, que podía hacer! …….. Yo no sé nadar Pepe,…………. ¡Qué desgracia,…….. Yo no sé nadar Pepe!
En un solo día nuestro marinero, perdió “honra y fama” .Y es que siendo marinero pescador olvidó el viejo refrán de la mar que dice “Si vas a “pescar”, antes debes comprobar, sí lo que llevas es “pulpo” o “calamar”
Más tarde, y ante la imposibilidad de volverse a sentar como Dios manda sin que le invadiera el recuerdo de aquel mal rato pasado, decidió abandonar su playa y volver a la navegación de altura en mercantes, a los viejos caladeros de la Patagonia, donde tan feliz y “masculino” había sido antaño.
Los marinos desde Plinio el Viejo, pasando Cook, Cristóbal Colon, Magallanes, Nelson hasta nuestro entrañable protagonista de hoy Andrés el “sardinilla” han arrastrado una fama de románticos juerguistas, pero sobre todo de machotes mujeriegos irremediable. Lo de que en cada puerto “un amor” es el tatuaje que parece llevar grabado en la propia frente el marino mercante desde los tiempos más l remotos. Y no digo yo, que haberlos no haya, pero puedes creerme amigo lector si te confieso por propia experiencia que del dicho al hecho hay un gran trecho. Que en ésta hermosa profesión como en cualquier otra hay de casi todo como en “botica”
Pero mira por donde nuestro Andrés el “Sardinilla” si que pertenecía a ese tipo de marinero afortunado, que no solo le tiraba una falda más que una “morena enrocá”, sino que además tenía mucho éxito con las féminas a las que “embobaba” contándoles sus pasadas aventuras cuando navegaba por los viejos caladeros de la Patagonia argentina de los mares del Sur.
El sobrenombre de “el sardinilla” le vino porque un buen día decidió cambiar la navegación de altura por la de bajura y dedicarse con su pequeña barquilla de dos proas a la pesca de litoral; pero como lo de él en realidad era la marina mercante, aquello de pescar no se le daba, lo que se dice demasiado bien, hasta tal extremo que solo capturaba pequeñas “sardinillas”.
Un buen día nuestro “Sardinilla” entró mas emocionado que de costumbre al bar que Pepe “el erizo” poseía en las playa y con aquella cara del que parecía haberle tocado el gordo de la lotería, se dirigió al propietario y le dijo: Pepe, no te vas a creer lo que me pasó esta misma mañana.- Estaba yo en la orilla de la playa preparando mi barca para salir a pescar como de costumbre, cuando de repente noté que se me acercaba una mujer morena,¡ preciosa Pepe! y, para que decirte más, ¡estaba como un tren!. La miré, ella me miró y me dijo: marinero, ¿me darías un paseo en tu barca? Pepe, (continuó) tardo mas en preguntármelo que yo en aceptar y subirla a la mi barca. Me la llevé bien afuera y cuando estábamos bastante lejos de la costa, paré el motor y con toda esta cara bonita que Dios me ha dado, le dije: ¡morena! , tienes dos opciones, o hacemos el amor aquí y ahora mismo o te vuelves nadando. Y Pepe, ¿te creerás que no sabía nadar?
Al día siguiente y cuando a nuestro marinero todavía le duraba la alegría de la exitosa conquista del día anterior, se acercó de nuevo a la cantina de su amigo “el erizo” para contarle: ¡Pepe! estoy en racha. Esta mañana temprano y mientras limpiaba unas sardinas en la orilla de la playa, se me acercó una mujer rubia “de bandera” y sin mediar otra palabra me dijo: ¡marinero! ¿Me darías una vueltecilla en tu barca? Por supuesto, le contesté y, más a una mujer tan guapa como tú. La subí a la barca e inmediatamente puse rumbo hacia el Este. Cuando ya calculé que estaría lo suficiente lejos, paré el motor y le dije: mira rubia, aquí hay dos opciones, o hacemos el amor ahora o te vuelves a la playa a nado. ¡Y….Pepe! qué suerte la mía, tampoco sabía nadar ¡Pepe!
Pasaron unos días y a Andrés el “sardinilla” no se le vio mas por el bar, así que su amigo cantinero preocupado por si le hubiese pasado algo salió en su busca y lo encontró no muy lejos de allí, sobre una roca mirando el mar pensativo y triste, mientras el salpiqueo de las olas mojaba su pálida y ensalitrada cara. ¿Qué te ocurre amigo Sardinilla, que llevas varios días sin dar señas de vida? Pregúntole Pepe el “erizo”. El Sardinilla giró su cara y con una expresión triste y mirada perdida le confesó los siguiente.: el domingo pasado amigo Pepe, me encontraba preparando mi barca como de costumbre cuando se me acercó una preciosa “mulata” brasileira de las que quitan el hipo. Lo tenía todo, buena “proa”, estupenda “popa”, buen costado y una boca que parecía pedirte a gritos: ¡bésame! En fin, un cuerpo tan bien esculpido que ni el propio “Miguel Ángel” allá por el renacimiento italiano, hubiera logrado tanta perfección. Me miró y me dijo: marinero, he oído decir que acostumbras a pasear chicas en tu barca. ¿Lo harías conmigo? ¡Pepe! se me abrió el cielo. Por supuesto guapa “mulatona”; le dije; vamos que te voy a llevar bien, pero que bien lejos para que disfrutes de este romántico paseo por mar. Cuando ya estaba lo suficiente lejos, que yo calculé que serian cinco o seis millas de tierra, paré el motor y le dije: Mulata, aquí hay solo dos opciones a elegir, o hacemos el amor ahora mismo, o te vuelves a tierra a nado. Pepe, (continuo contando), semejante monumento ni se inmutó. Me miró fijamente y sin desviar la mirada de mi, muy despacio comenzó quitándose la parte superior del biquini dejando al aire aquellas dos preciosas e impresionantes “caracolas” color ébano, luego se fue aflojando poquito a poco la cintita que sujetaba el “tanga” y………. ¡Pepe!, cuál sería mi sorpresa que, resultó que era “un travesti” con un miembro viril de no menos de 20 cmt. de longitud, con sus correspondientes “colgantes” en su sitio y acompañándolo en proporción. ¡Dios mío!- Exclamo horrorizado Pepe el “erizo”. ¿Y tú qué hiciste?, pregunto inquieto. A lo que nuestro pobre Andrés el “Sardinilla”, marinero pescador y mujeriego de pro, con fama de machote como el que más y curtido en la mar salada y de fama universal, no pudiendo reprimir las lagrimas que ya manaban de sus azules ojos y después de un segundo de amargo silencio, con la cabeza gacha exclamó.- ¡Pepe amigo mío……… y yo, que podía hacer! …….. Yo no sé nadar Pepe,…………. ¡Qué desgracia,…….. Yo no sé nadar Pepe!
En un solo día nuestro marinero, perdió “honra y fama” .Y es que siendo marinero pescador olvidó el viejo refrán de la mar que dice “Si vas a “pescar”, antes debes comprobar, sí lo que llevas es “pulpo” o “calamar”
Más tarde, y ante la imposibilidad de volverse a sentar como Dios manda sin que le invadiera el recuerdo de aquel mal rato pasado, decidió abandonar su playa y volver a la navegación de altura en mercantes, a los viejos caladeros de la Patagonia, donde tan feliz y “masculino” había sido antaño.
EL TIEMPO Y LA MAREA NI SE PARA NI ESPERAN.- Parece recordarnos que “la vida sigue”, el mundo “gira y girará a pesar de los pesares”; por lo que no debes dejar de hacer las cosas para mañana si la puedes hacer hoy. En la mar podría ser catastrófico.
EL VIEJO QUE TIENE BUENA MOZA, OJO AL TIMON Y MANO A LA ESCOTA.- De nuevo la desconfianza, esta vez la quiere justificar poniéndole remedio a lo que parece a primera vista un verdadero peligro.
El timón simboliza el corrector y vigilante a distancia del rumbo de la vida, si por la edad piensas que te cuesta controlarlo, procura tener cerca y bien seguro el remedio al “motivo” de tu preocupación.
EN CADA COSTERA, MUCHO SE ESPERA.- Antes de los avances tan importantes como los que hay hoy en comunicación, La Costera (Radio) ejercía de autentico lazo de unión entre los tripulantes de los barcos y sus hogares, de ahí que proliferaran por todas las costas del mundo, pero cuando un marino pronuncia este refrán lo hace pensando más en su novia o seres queridos que a lo que a primera lectura parecer comunicarnos.
EN CALMA DE MAR NO CREAS, POR SERENO QUE LO VEAS.-No nos cansaremos de ver en el refranero de la mar y sus hombres referencias a la desconfianza. En el caso que nos ocupa, es el primer comentario que se hace cuando llega un nuevo capitán con aspecto de una buena persona y luego, con el tiempo, resulta un autentico “diablo”
El mismo caso pasado a una empresa de tierra adentro vale para aplicar a los comentarios sobre el nuevo director.
EN BUEN TIEMPO NO FALTAN PILOTOS.-En otro refrán se habla de lo mismo, pero por una razón completamente opuesta, el mensaje es que a lo “fácil” se apunta todo el mundo.
En el funcionariado estatal esto es una norma no escrita
EL VIEJO QUE TIENE BUENA MOZA, OJO AL TIMON Y MANO A LA ESCOTA.- De nuevo la desconfianza, esta vez la quiere justificar poniéndole remedio a lo que parece a primera vista un verdadero peligro.
El timón simboliza el corrector y vigilante a distancia del rumbo de la vida, si por la edad piensas que te cuesta controlarlo, procura tener cerca y bien seguro el remedio al “motivo” de tu preocupación.
EN CADA COSTERA, MUCHO SE ESPERA.- Antes de los avances tan importantes como los que hay hoy en comunicación, La Costera (Radio) ejercía de autentico lazo de unión entre los tripulantes de los barcos y sus hogares, de ahí que proliferaran por todas las costas del mundo, pero cuando un marino pronuncia este refrán lo hace pensando más en su novia o seres queridos que a lo que a primera lectura parecer comunicarnos.
EN CALMA DE MAR NO CREAS, POR SERENO QUE LO VEAS.-No nos cansaremos de ver en el refranero de la mar y sus hombres referencias a la desconfianza. En el caso que nos ocupa, es el primer comentario que se hace cuando llega un nuevo capitán con aspecto de una buena persona y luego, con el tiempo, resulta un autentico “diablo”
El mismo caso pasado a una empresa de tierra adentro vale para aplicar a los comentarios sobre el nuevo director.
EN BUEN TIEMPO NO FALTAN PILOTOS.-En otro refrán se habla de lo mismo, pero por una razón completamente opuesta, el mensaje es que a lo “fácil” se apunta todo el mundo.
En el funcionariado estatal esto es una norma no escrita